05 septiembre, 2008

Carta 6

Querido DonNadie:

Ya no recuerdo bien cuando fue la última vez que te escribí… ¿Abril? ¿Marzo?...Supongo que ha sido un tiempo de relajo para ti, un largo y plácido invierno sin soportar mis delirios de escribana; pero no cantes victoria, querido; aquí estoy de vuelta, dispuesta a frustrarte de nuevo.

Apostaría que justo en este momento te ríes de mi sarcasmo, y piensas en cómo puedo decir tanta tontera junta. No te preocupes, de ante mano acepto tu agradecimiento. Sé que te ahorré la molestia de ese reproche. Apropósito, si me permites un consejo, inventar uno diferente, bien le haría a tu salud, ya no estás en edad de comportarte como antes, tu final puede estar más cerca de lo que todos crean; debes comenzar a procurar tu entrada al cielo. No te rías, eres tú quien lo cree, no yo.
Está bien, dejaré mis ironías y comenzaré a hablar.

¿Se confirman tus dudas si digo que la razón de escribir es importante?
No creo. Seguramente ya lo sabías, como siempre.

¿Cómo empezar?
Por el principio, por supuesto, lo sé; mejor un cambio de pregunta:
¿Tienes alguna idea sobre el momento en que comienza un sentimiento?
Sospecho que depende del contexto, pero ¿Y si el contexto es difuso, vago, o indefinible? ¿Y si no lo recuerdo con la claridad que me gustaría? ¿Y si esto es otro más de mis inventos? ¿Si en realidad no ha sucedido? ¿Si nunca sucedió?

Seré más clara: la curiosidad en particular, me esta matando. Digo curiosidad, porque, siendo objetiva, (si es que se puede usar ese término), es lo más parecido a lo que en verdad siento. Curiosidad. Simple y llana curiosidad. ¿Curiosidad? ¿Será la palabra adecuada para definirlo? ¡¿Definir qué?!

Definitivamente, esta es la carta más hormonal y adolescente que te he escrito desde que te conocí; evidentemente, no hay disculpas por eso, no es algo que pueda evitar o corregir. Es simplemente una etapa llena de dudas y revoltijos.
Okay, okay, me he dado suficientes vueltas, hasta yo empiezo a marearme; vuelvo al punto ¿Qué punto? ¿Existe alguna idea central en esta carta?
Pues de hecho… sí. Intuyo que mis dedos se avergüenzan de escribirlo, aunque ya hayan dado pistas suficientes. Vuelvo a darme vueltas… ¿Te das cuenta que solo hago tiempo? Tiempo detestable, solo para que las palabras atascadas en mi cabeza salgan y dejen de abrumarme.

Esto es raro, lo sé. Para poner un ejemplo que entiendas, digamos que no dejo de pensar en sentirme como Romeo. De alguna forma, para mí también “Las horas tristes se alargan…” ¿De que tristeza hablas? te preguntarás igual que Benvolio. Exactamente lo mismo que Romeo: “No tener lo que, al tenerlo, las abrevia”.
Por si aún no caes en cuanta, hablo del Romeo del primer acto. Ese que añoraba de la forma más melancólica, el amor de Rosalía, atormentándose constantemente por no ser correspondido; igual que él, siento que “en cuanto el sol, que todo alegra, comienza a descorrer por el remoto oriente las oscuras cortinas del lecho de Aurora” prefiero huir de la luz.

“No me lo digas, que ya lo sé todo.
Tumulto de odio, pero más de amor.
¡Ah, amor combativo! ¡Ah, odio amoroso!
¡Ah, todo, creado de la nada!
¡Ah, grave levedad, seria vanidad, caos deforme
de formas hermosas, pluma de plomo,
humo radiante, fuego glacial, salud enfermiza,
sueño desvelado, que no es lo que es!
Yo siento este amor sin sentir nada en él.
¿No te ríes?”

¿No te ríes? ¿O es que solo esperabas que tarde o temprano una carta mía con estas características llegara a tus manos? ¿Lo esperabas, cierto?

Es inevitable supongo. Fuera del estigma rosa de la obra, el viejo Shakespeare tenía razón en un par de cosas, por algo la seguimos leyendo siglos de siglos después.

¿Será mi curiosidad tan voluble como el afligido comienzo de Romeo? ¿Olvidaré toda esta nube de confusión adolescente cuando aparezca la (en este caso él) verdadera Julieta? ¿Será sólo eso? ¿Una nube de confusión adolescente? ¿Mera curiosidad?

Mí querido DonNadie…

Mi confusión está más clara ahora que la he volcado en alguien. O en algo.
Tú no tienes que pasar por esto, ¿Sabes? Te advertí en un comienzo que volvía solo para hacerte pensar más de la cuenta. Bien podrías ni siquiera leerme y arrojar los miles de papeles que llegan con mi nombre al fuego.
Pero supongo que es tarde para eso. Ya comenzaste a leer, no puedes no terminar.

Agradezcamos a tu dios por eso.

Me gustaría esperar que tu respuesta sea más esperanzadora que el final de Romeo, no obstante, conociéndote…

Saludos Cordiales.

Lucía B.

PS: "El amor es humo, soplo de suspiros: se esfuma, y es fuego en ojos que aman; refrénalo, y crece como un mar de lágrimas. ¿Qué cosa es, si no? Locura juiciosa, amargor que asfixia, dulzor que conforta.
Adiós, amigo mío".

2 comentarios:

Kaito Kid. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Kaito Kid. dijo...

Querida Srta Cata, dichoso de no ser referente ni referido, vivir en la impunidad de una pluma es un crimen que de ser pagado, le dará momentos de dicha y satisfacción inconmensurables, mis mejores deseos.
T.G.V.

Máscaras y Antifaces *~

Mi foto
Aveces soy la protagonista de mis propias historias... Pero no se ilusione, no pasa muy seguido.